La invernada ya está aquí. Mar Menor.

Hola, con frío y algún catarro mal curado, te cuento como va la cosa del pajareo por la desembocadura de la Rambla del Albujón, Mar Menor (Cartagena).
Y si, el invierno ya está aquí. Los Cormoranes, Somormujos y Zampullines ya están en esta parte de la laguna (mucho antes se vieron en la zona de las Salinas de San Pedro), señal inequívoca de la llegada del invierno. Estas especies, ahora, ya han ampliado su distribución desde las testimoniales zonas de primeras llegadas, al resto de rincones de nuestra geografía.
El primer Cormorán Grande (Phalacrocorax carbo) lo vi a finales de octubre y, más tarde, a inicios de noviembre, los Lavancos (Podiceps cristatus) y Cuellinegros (Podiceps nigricollis). Las que no acaban de llegar son las Fochas (Fulica atra), me refiero a su población invernante. ¿Ha ocurrido igual en otras zonas?.
Se ha notado como, a lo largo de octubre, la frecuencia de observaciones de Azulones (Anas platyrhynchos) ha ido disminuyendo mucho, ¿cómo interpretarlo?. Solo un macho se esconde hace ya un mes entre el incipiente carrizal como si estuviera en plena mancada, rehusando emprender el vuelo ante el peligro.
Los Aguiluchos Laguneros (Circus aeroginosus), que ya se dejaron ver en septiembre (imagino aves en migración), resulta común verles patrullar sobre el saladar, las zonas inundadas y los cultivos perimetrales. Algún Busardo (Buteo buteo) y Calzada (Hieraetus pennatus) invernante, desde octubre, se les observa volar o permanecer posados en grandes árboles que, muy contados ejemplares, les sirven de atalaya.
Los Rascones (Rallus aquaticus) se pasean ocultos entre la vegetación de la ribera del canal, pero no pueden remediar dejar oír su “melódica” voz de contacto, cual cochinillo que llevan al matadero.
Los Alcaravanes (Burhinus oedicnemus), Chorlitos para los paisanos de la zona, se reunieron en grandes grupos para pasar el invierno junticos.
Los Vuelvepiedras (Arenaria interpres) que durante septiembre y octubre recorrían numerosos la ribera del Mar Menor, han disminuido, antes en paso migratorio, ahora en invernada. Sus plumajes no reproductores, aunque la mayoría deben ser juveniles, apuntan a esta nueva fase del ciclo anual. Fue a finales de septiembre cuando vi el último Vuelvepiedras que aún conservaba algo de su plumaje reproductor: sus coberteras alares teñidas de ese típico marrón rojizo (deben ser de las últimas plumas en ser mudadas).
El 30 de octubre disfruté viendo una Pagaza Piquirroja (Sterna caspia) alimentándose, orilla abajo, orilla arriba, dejando ver ese espectacular y gran pico rojo tan característico.
El 8 de noviembre observé un Chorlitejo Chico (Charadrius dubius), uno de los raros invernantes que, desde hace unos pocos años, sabemos invernan en el Campo de Cartagena-Mar Menor.
Entre los paseriformes, Alondras (Alauda arvensis), Petirrojos (Erithacus rubecula) y Tizones (Phoenicurus ochruros) se dejaron oír y ver desde finales de octubre. También Bisbitas (Anthus pratensis) y Lavanderas Blancas (Motacilla alba) se las pudo observar abundantes en estas fechas (aunque la llegada de las primeras fue a mitad del mes).
A inicios de noviembre llegaron los primeros Aviones Roqueros (Ptyonoprogne rupestris). Y aún el 8 de noviembre dos Golondrinas Comunes (Hirundo rustica) juveniles volaban alimentándose en esta zona.
En octubre observé algún Mirlo Común (Turdus merula), cuando hacía meses que no les veía en este rincón, ¿será que ha habido paso migratorio?. Su primo, el Zorzal Común (Turdus philomelos) llegó a finales de octubre, aunque en otros lugares de las sierras litorales se detecta a finales de septiembre. Estos dos turdidos, en lugares como éste, subóptimos para ambas especies, nos ofrecen la oportunidad no de marcar el inicio o final de los pasos migratorios, sino cuando ésta se produce en su máxima intensidad, la “cumbre de la curva”, pues solo en estas circunstancias aparecen en estos ecosistemas poco apropiados. Algo similar se podría decir de la Curruca Rabilarga (Sylvia undata), con un individuo observado el 30 de octubre.
Digno de mención es el caso del Gorrión Doméstico (Passer domesticus). Muy abundante, en forma de grupos de adolescentes (juveniles del año) que comían y se movían entre pescadores hasta principios de octubre para, a partir de entonces, disminuir espectacularmente su abundancia a niveles mínimos, casi testimoniales. Interesante será, con el tiempo, comprobar si esta gran abundancia se debió a la dinámica natural de grupos juveniles tras su emancipación hogareña, o una respuesta al incremento del alimento que los amables pescadores les dejaban una vez finalizada el propósito de su visita (para que luego los ecologistas se quejen de ellos).
Y, a inicios de noviembre, pude escuchar los finos reclamos de los primeros Escribanos Palustres (Emberiza schloeniclus) que ya echaba de menos.

Saludos.